Estas son las preguntas fundamentales que se le plantean al hombre cuando intenta comprenderse a sí mismo y a los demás. Vayamos con la primera cuestión, es decir, veamos cómo experimenta el hombre el mundo que le rodea. Para hacer más claro el problema pondremos un ejemplo de la vida diaria: ¿qué ocurre cuando asistimos a una sesión de cine? ¿Qué funciones o sentidos necesitamos poseer y qué fenómenos psíquicos tienen lugar?
En primer lugar, vemos que lo fundamental es la percepción de lo que ocurre en la película. Esta percepción se realiza a través de un conjunto de estadios aislados. Primero nuestros órganos sensoriales registran los estímulos que van apareciendo a lo largo de la película; los estímulos luminosos llegan a nuestros ojos y se transmiten a lo largo de los nervios, procurando lo que nosotros interpretamos como sensaciones visuales. De la misma manera, los estímulos sonoros procedentes del altavoz llegan a nuestro oído y los captamos como sensaciones acústicas. Más tarde, estas sensaciones adquieren a través de nuestra experiencia y de nuestra fantasía un significado determinado.
En este proceso juegan un importante papel la memoria y la imaginación, puesto que podemos acordarnos de acontecimientos iguales o parecidos. Una y otra vez combinamos en nuestra fantasía cada elemento aislado. Todo este fenómeno completo y tan complicado transcurre con extraordinaria rapidez. En realidad no es que experimentemos cada uno de estos procesos de un modo aislado sino que los percibimos en su totalidad comprendiendo en seguida v como un todo la relación de unos con otros.
Sin embargo, sólo con la percepción y la comprensión de la acción representada, no se consigue todavía una idea propia de la película, sino que debemos tener en cuenta también el papel de nuestras experiencias sensibles. Reaccionamos positiva o negativamente, nos sentimos tristes o contentos, vamos animados de sentimientos de simpatía, compasión, ironía o desprecio. Existe una escala infinita de matices sensibles, cuya actuación según tipo y clase produce una determinada huella exterior en cada individuo. Todos estos procesos forman parte de la experiencia del mundo externo.
Estas sensaciones pueden ser causa de determínalos deseos, puntos de vista o modos de obrar. Primero debemos comprender claramente los fenómenos psíquicos, las relaciones entre unos y otros, lo que viene del exterior y penetra en el hombre y que con la elaboración del pensamiento da jugar a «lo vivido». Con todo ello surgen nuevas cuestiones, temas de gran interés, porque cada una de ellas proporciona una respuesta a una complicada operación psíquica que es una parte de nuestro yo. Cada una de estas partes aisladas es importante y no puede darse una sin la otra sin que tengan lugar profundas transformaciones. Aquí entran en juego los fundamentos elementales de nuestra psique sin los cuales no es posible la completa comprensión del hombre.
Sobre la mesa se halla un lápiz. Yo percibo este lápiz. ¿Qué fenómenos han tenido lugar? Ante todo se ha de observar que esta percepción puede tener lugar por la atención que voluntaria o involuntariamente hemos puesto en el acto. Puede ser que precisamente me halle buscuando el lápiz, puesto que tengo que escribir algo. Pero puede ocurrir igualmente que por casualidad «pasee» mis ojos por encima de la mesa, vea el lápiz y lo perciba como tal. En ambos casos para que tenga lugar una percepción es necesario que surja un estímulo procedente del objeto de percepción. En nuestro caso, el lápiz debe actuar como estímulo óptico. Este estímulo se produce a través de la reflexión por parte del lapicero de las ondas luminosas que de esta manera llegan hasta nuestros ojos. Desde este órgano sensorial, los nervios se encargan de conducir estas ondas hasta su correspondiente centro cerebral, en este caso el centro óptico. En este punto tiene lugar la «transformación» en fenómeno psíquico o mental de lo que hasta ahora ha sido un fenómeno físico; el estímulo es experimentado por el hombre como «conciencia» del objeto percibido. No se puede decir todavía con seguridad cómo se realiza este proceso de transformación en sus partes aisladas. Esta cuestión pertenece a la amplia problemática de las relaciones cuerpo-psique, o sea al problema de cómo los estímulos físicos son «vividos» mentalmente y captados por la consciencia. En líneas generales puede decirse que añadimos al estímulo un significado determinado viviendo de esta manera la conciencia del objeto percibido.
Nuestros órganos sensoriales son, pues, la base más importante para la percepción. Cuando uno de ellos falla, la percepción queda muy limitada o modificada.
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